El estrés puede ser originado por cualquier situación o pensamientos a los que no podemos dar una solución inmediata como tal, y que conlleva como consecuencia a la frustración, sentimiento de furia, de ansiedad, de preocupación o sensación de sentirnos incapaces para ejecutar algo que necesitamos hacer.
El estrés no suele mostrarse de un momento a otro, se van dando una serie de sucesos y situaciones laborales y/o personales, como puede ser la preocupación de la persona, el estar tensa, tener muchas responsabilidad, con sentimiento de sentirse incapaz para lograr algo en un plazo determinado, etc.
Hay ciertos grupos de personas las cuales no entienden a quienes padecen estrés. Debemos tener en cuenta que lo que es estresante para ciertas personas no lo es para otra.
A muchas personas les resulta difícil desconectar la vida personal de la laboral, generando así una ansiedad que termina por afectar al rendimiento.
El estrés es un término de ingeniería y que está relacionado con el grado de presión que puede resistir determinados materiales, entonces, cuando se aplica este termino al ser humano nos podemos sentir identificados con sufrir estrés en ciertos momentos de nuestra vida.
Este trastorno es culpable de generar una gran cantidad de otros, cómo los orgánicos, por lo que prevenirlos y reducirlos resulta algo fundamental. Muchas veces somo expuestos al estrés y de cierta forma nos hemos acostumbrado, de forma que lo vemos como algo habitual e inevitable en nuestro día a día. A la larga es un problema, ya que no somos capaces de identificar correctamente las señales que nuestro organismo nos envía y las consecuencias pueden ser bastante negativas.
Las personas que han padecido estrés como muy bien sabrán, es un mal aliado para nuestro cuerpo y hay que estar atento cuando empezamos a percibir las señales que nos indican que algo no funciona correctamente. Éstos son algunos de los síntomas físicos que presenta el estrés:
– Taquicardias.
– Dolores en el pecho.
– Sensación de falta de aire.
– Respiración agitada.
– Tensión elevada.
– Diarrea o estreñimiento.
– Insomnio y problemas de sueño.
– Dolores de cabeza.
– Erupciones cutáneas o sarpullidos.
– Tensión muscular.
– Manos frías o sudorosas.
– Fatiga.
– Problemas de espalda o cuello.
– Disfunción sexual.
– Problemas en la menstruación.
El estrés es producido cuando se empeña una sobrecarga unida a unos plazos de ejecución que conllevan responsabilidades. Todos tenemos un límite, y a veces no somos capaces de llevar a cabo varias tareas.
A veces se está realizando una tarea y de repente se debe desconectar de ésta para poder realizar otra tarea o responsabilidad completamente distinta a la anterior que se estaba realizando, lo que implica cierto desgaste mental que hay que saber llevar y aprender a controlar si no se quiere que nos pase factura.
Todo aquello que exija sobreexponerse y dar de más más de lo que el cuerpo permite puede ser dañino a largo plazo. El estrés puede llegar a afectar a tu salud física, conductual, emocional o mental, por eso hay que estar alerta.
En caso de sufrir una situación de estrés, se recomienda consultar el caso con un profesional, Cuando se acude a un psicólogo, ninguna terapia que se realice implicará mediación. Simplemente se deberá seguir las pautas que se nos indique en terapia para poder afrontar ls diferentes situaciones, sensaciones y/o problemas que tenemos y los que nos puedan ocasionar.
Es primordial poder saber identificar previamente y de forma individualizada qué es lo que está motivando ese estrés y en qué rango se encuentra el paciente. El objetivo es desarrollar la capacidades del paciente al máximo.